Ahh!!! Las vacaciones. Las ansiadas y deseadas vacaciones de verano llegaron y tal como llegaron, se terminaron (no para todos, lo sé)… Pero qué bien lo pasamos en esas playitas gaditanas, murcianas y alicantinas… y qué bien en esos baños árabes y en esa excursión a Ikea con doble visita, doble compra y doble ración de perritos calientes incluida.
Y no podemos olvidarnos de esa excursión al “parque temático” de Gilbraltar, un lugar curioso y sorprendentemente inglés, a un kilómetro de La Línea, pero separado de Andalucía y España por un abismo de miles de millas. Un territorio en el que hasta el cielo más azul de agosto se nubla y donde las hamburguesas saben diferente. Por cierto, no vimos los monos.
Qué mejor en verano que pasar un poco de calor, servir cervezas en El Grifo (gran descubrimiento), viajar en el vaporcito del amor, comer pescadito frito en la puerta de una catedral, desayunar churros con chocolate (si,si en agosto), ver atardecer en una kilométrica playa (con pequeño imprevisto incluido), saltar olas, pasear, disfrutar, subir, bajar, entrar, salir… Eso sí, nos perdimos la hiper-mega-super-fiesta de Albacete, donde creo que algunos acabaron con las existencias etílicas del lugar. El año que viene será...
Si es que el verano está para enamorarse en la playa y ver atardecer por el mar…
